domingo, 8 de mayo de 2016

ESCUELA PARA PAPÁS

Que es lo que necesitamos para darnos cuenta que somos nosotros mismos quienes cada día nos encargamos de llevar a la especie humana al retroceso. ¿De qué nos han servido millones de años de evolución cerebral, de pensamiento y neocorteza elaborada si seguimos comportándonos cada vez más como unos reptiles que actúan con su primer sistema emocional y animalesco?
Duele asimilarlo así, pero preferiría que mis conclusiones de hoy fueran: “hemos avanzado” “vivimos mejor que hace millones de años atrás”. Quisiera asegurar que tras millones de años de evolución somos por fin una especie donde el amor, la autoestima y el autocontrol gobiernan nuestra vida.
Si tan solo rompiéramos los círculos viciosos de nuestra sociedad, los patrones de violencia e inseguridad que se han ido instaurando en nuestros inconscientes colectivos quizá aún tuviéramos la esperanza de pensar en una verdadera transformación de las generaciones venideras. Hace falta entonces un periodo de consciencia donde todos los agentes constructores del hoy, despertemos del sueño colectivo y rompamos las barreras de la reproducción, el tradicionalismo y la desigualdad.
   ¿Cómo lograr entonces esta revolución?  Con amor. Qué tal si los niños – próximos constructores del mundo biopsicosocial – reciban amor desde su gestación, que tal si desde su concepción realmente se teje un contexto afectivo sólido, donde no solo se cubran sus necesidades por “deber” sino por querer, porque ha sido un ser deseado para ocupar un espacio en la tierra. Solo imaginemos este espacio poblado por niños, jóvenes y adultos que solo han recibido amor desde que comienzan su conexión con el mundo.
Hablar de amor, no es solo poesía, hablar de amor no es hablar de un ideal. Verlo como ideal es la razón por la cual no somos capaces de aplicarlo en nuestra cotidianidad. No es imposible, no es una idea loca. Es revolucionario el amor, porque la corrupción del humano le ha llevado a pensar que es un sentimiento con poco valor. Pero vaya trascendencia.
Desde nuestra labor como docentes, debemos ser reflexivos y ver que más allá de educar al niño hay que educar a los padres, puesto que son el primer referente de conexión y afecto de los mismos. Hay que mostrarles poco a poco el cambio para romper los vicios, para acabar los ciclos que se Aunque para nuestros tiempos parezca ideal, todavía sueño con un lugar lleno de niños amados. Lleno de seres humanos que nunca han carecido de la energía creadora y dadora del amor, y es que es un sentimiento elaborado únicamente  por la psique humana que nos hace completos y dignos de las relaciones con otros seres humanos.
Actualmente, el hombre aún se cuestiona las razones por las cuales el mundo está lleno de personas con tantas dificultades y necesidades físicas, emocionales y espirituales. Se pregunta sobre en qué momento el mundo se convirtió en el lugar más inhabitable del universo, con tan poca tolerancia, desigualdad, violencia y desequilibrio.
Desde nuestra cotidianidad, todos hemos tratado de inculpar al contexto, a las circunstancias,  de los catastróficos fenómenos sociales -que han ido apagando el verdadero sentido del amor mismo: Unir, enlazar, apaciguar, confortar-; sin hacer una mirada introspectiva de todo aquello que pasa y que parece sernos tan externo. En este sentido, dejemos de preguntarnos ¿Qué pasa con el mundo?, digamos mejor ¿Qué nos pasa? ¿Qué le paso a los seres humanos? ¿Cuándo dejamos de mirar hacia dentro y comenzamos a mirar afuera? 
Responder es sencillo: No nos gusta encarar, evitamos a sobre manera hacernos verdaderamente responsables de todo lo que acontece en nuestra cotidianidad: tantos asesinatos, asaltos, explotación infantil, prostitución, abandono, entre muchas otras complicaciones sociales que solo nos llevarían, poco a poco a hundir el rostro en el fango de la pesadumbre y la vergüenza.
van convirtiendo en aquellas catástrofes sociales de las que ya hacía mención.  Hay que volver la mirada, hay que poner el dedo en la llaga.
Mi propuesta es entonces construir una “escuela para papás” donde el contenido central del currículo sea la revolución, transformación y propagación del amor como primera y fundamental apuesta de la verdadera evolución humana.

Carolina Palacios Ortega
Licenciatura en Educación Preescolar
Universidad de San Buenaventura. 

5 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. No se si se valga pero quiero comentar mi texto jajaja !

    Cuando escribí esto - un poco alejada del contexto e intención de mi practica investigava-, pensaba en lo triste que es pensar que a pesar de muchos años de investigación del campo educativo todavía quede tanto, tantísimo por hacer con la educación de este país. A veces pienso que hubiese sido mejor ser maestro en otro espacio, otros contexto. Tan facil como tomar un avión y partir... Pero no es mi caso. Me duele, me toca la fibra la educación colombiana, que sin duda tiene el potencial para ser mejor, pero tristemente no sabemos cómo. Hace falta mayor interés, investigación y apego por nuestro saber, para así resignificarlo.

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  3. Es importante que los padres de hoy comprendan la pertinencia de educar a los hijos con amor, normas y valores lo cual les favorecerá una buena convivencia y de la mano con la escuela podrán formar seres íntegros para la sociedad...
    Gracias por los oportunos aportes para mejorar la formación de niños y adultos

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  4. Todas estas pautas de crianza son de gran ayuda para fortalecer las familias y la escuela.

    En mi opinión hay que propiciar el diálogo con los hijos pactando acuerdos y limites , llevarlos a la comprensión de éstos y el cumplimiento de lo mismos bajo cualquier circunstancia , cuándo hay comunicación respeto y confianza el vínculo de ambas partes puede perdurar para toda la vida lo cual garantizará ciudadanos de bien.

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  5. Considero que el texto es muy valioso pues retoma la importancia corresponsabilidad, teniendo en cuenta que el trabajo que realiza la escuela, es un trabajo que se hace en conjunto con las familias. Como docente he evidenciado que la presencia de los padres de familia es fundamental tanto en el proceso académico, como en el proceso de convivencia de los niños.

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